Pillados en mitad de la coyuntura actual, con la crisis de marras entre las manos, los asuntos que se llevan terminan duplicando el esfuerzo que se requiere para su rentabilidad.
Ya no se trata sólo de trabajo realizado y posterior cobro. Se trata de las inercias y las bolas que las «deudas encadenadas» generan. Los asuntos que se encargan pueden llevar una provisión de fondos que permita cubrir, al menos, los costes iniciales del proyecto en cuanto a desplazamientos, recursos, materiales y licencias. El montante restante se acuerda de forma bilateral entre las partes (perito y cliente) a la entrega del informe pericial o a la finalización del asunto.
Las causas más habituales de demora en los pagos que me he encontrado son:
- Recurso de la otra parte, habiendo supeditado el pago al fallo y finalización del asunto
- Deuda encadenada en la que se asuma la solvencia de la asignación de costas judiciales al pago al perito, lo cual es absolutamente independiente.
- Dejadez del cliente antes del fallo, en el que se olvida de que el total del importe no es la provisión de costas.
- Algunos más enrevesados e imaginativos