De forma habitual, a la hora de acometer un nuevo proyecto de implantación o elección de un sistema informático se tratan de ahorrar costes añadidos. Desgraciadamente, esta reducción a menudo sacrifica la contratación de un analista o un consultor que asesore, asista y acompañe en la empresa acometida.
Sucede que el coste real de este asesoramiento suele suponer un ahorro posterior en demandas, tiempo de implantación y nivel de insatisfacción.
La petición de un presupuesto a un analista, o de la opinión de un perito cuando se quiere conocer un criterio objetivo sobre un asunto antes de iniciar demanda, no es tan caro y redunda en un ahorro a corto plazo.